Poema 99


Aunque las noches de soledad le hacían dudar,
él seguía firme en lo que deseaba, a esa mujer,
aquella que de ansiedad a veces le hacía sudar,
aquella con la que un amor nuevo quería tejer.

Aquella ilusión que con cuidado construyó
no perdía, su mente paciente no se rendía,
aunque parte de él a veces todo destruyó,
siempre en él algo de esa ilusión residía.

A veces el atardecer que le traía nostalgia,
a veces un esporádico abandono y soledad,
le hacían perder de toda esa ilusión la magia,
pero aún él veía la luz entre tanta oscuridad.

Y así fue, la paciencia pronto recompensó,
a aquel joven ilusionado y lleno de amor,
quien pudo cumplir todo aquello que pensó,
y alejar al fin de él todo aquel inmenso temor
.

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