Poema 105


Mientras esperaba el autobús de la mañana,
encontré en mi mente aquel recuerdo viejo,
de aquella mujer que fue una ilusión vana,
salió así de mí baúl un recuerdo puro y añejo.

El autobús llegó y qué sorpresa he tenido,
esos ojos, estaban en el primer asiento,
eran los mismos, acompañados por el tejido
de unas mejillas perfectas, no miento.

Y esos ojos, plagados de belleza, notaron
que en el autobús yo había entrado,
pero aún con mis ojos no se miraron,
¿Será que de mí ella se ha olvidado?

¡No! ¡No podía ser! Si la amé en secreto,
por tanto tiempo, pero suave me miró,
y su boca con un sonreír bastante discreto,
al tocar su hombro hacia mis ojos los suyos giró.

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