“Reflexión 2019”



Aprendí,
que el impulso paga  un caro impuesto,
y no porque yo fuera impulsivo,
sino porque lo vi del otro lado del mostrador.

Aprendí,
que el odio y el amor
no dependen de la cantidad de dinero que se tenga.
Que la madurez y la inteligencia
no dependen de la edad.

Aprendí,
que dar esperando recibir es un enorme error,
y que brindar  sin esperar nada es fuente de paz.

Aprendí
en uno de los mejores años de mi vida,
que la constancia es salvadora amiga.

Aprendí
que todas las decisiones que dependan de mí,
son las que me deben afectar –o no- mi ánimo.

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