El paraguas de papel
El
poeta resignado pensaba
que no quedaban muchas
que quisieran ser cubiertas
por un paraguas de letras.
El poeta sabía
que si llegaba una musa real,
cada cena con ella sería un pretexto,
para llegar a casa a escribirle.
El poeta mesurado,
no la idealizaría,
pero recogería cada rasgo de ella
en una poesía nueva.
Tendría un texto contra la tristeza,
uno para borrarle los complejos,
otro para aliviarle el pasado,
y uno contra las lluvias de la vida,
en su paraguas de papel y letras.
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