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Mostrando entradas de noviembre, 2018

“Autoexamen”

Quizá mi secreto sea no cortejar, quizá por ello he conocido desde vírgenes hasta putas, entregando solo mi esencia. Quizá mi conquista no sea superficial, quizá solo baste una taza de café, y un rato abriendo  mi mente cual cáscaras de fruta fresca. Quizá algún rasgo físico atraiga, pero no es por lo que ellas se quedan. Lo que está detrás de mi frente es piedra angular de todo vínculo. Quizá cueste más que sea valorado, pero aquella mujer que lo encuentre tendrá a su lado el tesoro eterno de la fidelidad en cada neurona, y será musa de versos como estos.

“Desarmonía humano-temporal”

A media asta ondean las banderas de un delirio nocturno  que late como cada gota que resuena en el techo. El monocromático lado izquierdo del cerebro contrasta con el colorido derecho como el prisma que transforma la luz blanca. El lápiz escribe con la fuerza de mi mente, casi traspasando el papel para plasmar el desahogo. tres manecillas de reloj en bucle se mueven en la pared. Los ladridos de los perros lejanos auguran el abrazo de una vieja amiga que conocí hace algunos años, con cuerpo de versos y estrofas, poesía amada mía. Conversé de nuevo con mi yo lírico nostálgico, que comenzó a volver por medio de sueños, remiendo eterno para el corazón, en tiempos donde hay un letrero de clausurado.

“Mi vieja amiga”

A media asta ondean las banderas de un delirio nocturno  que late como cada gota que resuena en el techo. El monocromático lado izquierdo del cerebro contrasta con el colorido derecho como el prisma que transforma la luz blanca. El lápiz escribe con la fuerza de mi mente, casi traspasando el papel para plasmar el desahogo. tres manecillas de reloj en bucle se mueven en la pared. Los ladridos de los perros lejanos auguran el abrazo de una vieja amiga que conocí hace algunos años, con cuerpo de versos y estrofas, poesía amada mía. Conversé de nuevo con mi yo lírico nostálgico, que comenzó a volver por medio de sueños, remiendo eterno para el corazón, en tiempos donde hay un letrero de clausurado.

Aprendí

Aprendí que el amor no se mendiga, no se roba ni se pide, solo surge. Aprendí que en la misma manera que se sufre es la misma en la que se prospera, como el ir y venir de un péndulo. Aprendí que los pozos tienen fondo, y que los cielos tienen techo. y que todo cae por su propio peso. Aprendí que la vida es una montaña rusa, que no puede vivirse en cuatro paredes, Aprendí que todo en la vida ha de oscilar, como la gráfica del a función seno. Aprendí que las bocas que critican siempre se tragarán sus palabras, y aquellas que callaron mientras se esforzaban, esbozan siempre la última carcajada.

“No sé”

No sé si soy el mejor libro para leer, pero no quiero ser leído someramente. No sé si soy el mejor árbol para tomar sombra, pero quiero que aprecien cada hoja que dejo caer. No sé si soy el mejor firmamento para mirar pero prometo señalar cada constelación. No sé si soy el mejor escritor, pero quiero que mis poemas tengan cuerpo y alma. No sé si tengo los brazos más fuertes, o endebles, pero juro que solo tomarán la mano de una persona. No sé si tengo el cuerpo más tonificado, o flácido, pero juro que mi alma rodeará solo a un complemento. No sé si soy el mejor planeta, pero prometo que mi abrazo será como bandas de Van Allen. No sé si soy la mejor persona, pero te juro que sacaré la mejor versión de ti

“Asfalto húmedo”

Por las calles del deseo abundan ventas ambulantes, de productos carnales pero sin garantía. Por la avenida del interés los productos tienen precios opulentos, con garantía de un fin de semana. Por las calles del desamor, caminan mujeres y hombres desnudos, han perdido la vergüenza. En una calle vacía, en un escaño, hay unos libros, una muchacha recién los olvidó. Ella evitó las calles del deseo y del interés solo fue ella misma, natural, sin extremos. Corrí a devolverle sus libros, asfaltamos con hojas de octubre una calle cuyo suelo la lluvia mojó, mientras se mojaban cuatro labio s…

“Vuelo etéreo”

Quédate que mañana nos complementaremos, como planeta y sus lunas. Quédate que esta noche seremos llamas cuando tu fuego consuma mi oxígeno. Quédate que de nuestra nebulosa saldrán miles de enanas blancas. Quédate que a este verso voluble le faltan letras para trascender. Quédate que mi río de neuronas necesita otro en donde confluir. Quédate que como lo etéreo yo también quiero quedarme .