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Mostrando entradas de agosto, 2017

“Ceguera”

Como sarro que se acumula en la parte superior de los dientes, me queda aún eso que sentí, eso que me enamoró… No quiero cepillarme los dientes. Como el óxido de hierro que corroe las latas de los techos, me queda aún eso que sentí, eso que me enamoró… No quiero cambiar mi techo. Como madera carcomida por el comején, me queda aún eso que sentí eso que me enamoró… No quiero que se muera el comején. Como noches nubladas sin luna, de café frío y lluvia débil y necia, me queda aún eso que sentí eso que me enamoró… No quiero que escampe. Como recuerdos en las neuronas que aún recorren cada dendrita, cada célula, hasta la glándula pituitaria… me queda aún eso que sentí eso que me enamoró… No quiero–ni puedo–limpiar mi alma…

“Muñeca rusa”

Él sabía lo que ella valía, que había tenido el arte para hacer en su mente una obra con ella de personaje principal Él sabía apreciar en ella todo, sabía apreciar su cuerpo desnudo unos días como una obra de arte hecha mujer y otros como la piel que le hacía hervir su sangre apasionada. Él sabía que tenía un complemento que era oro puro tanto de cuerpo como de mente, que tenía a su lado un delicado balance entre inteligencia y amor. Él sabía que en ella había un ángel, un demonio, una bestia en la cama y una compañía en la adversidad, alojadas todas en un mismo ser, como muñecas rusas. Él sabía cómo y cuándo despertar a cada una…

“Ecos espaciales”

Esta noche, como todas, bailan las enanas blancas y las gigantes rojas, el negro de la noche es como el de la taza de café donde mi rostro se refleja. Siento otra vez los ecos de su susurro; la extraño. Las letras fluyen en el papel como cuásares, la distancia que me separa de ella se puede medir casi en unidades astronómicas, Siento otra vez los ecos de su susurro; la añoro aquí. El silencio que ha abundado entre nosotros, es como el que puede sentirse al navegar entre lo profundo de la materia oscura. Siento otra vez los ecos de su susurro; la quiero. La química, la luz, el calor de unos labios ansiosos, ha sido absorbida por el agujero negro del tiempo, quisiera que una onda gravitacional atrasara los hechos, y me la devolviera como cada veintiocho días devuelve a la impertérrita luna a su fase llena. Siento otra vez los ecos de su susurro; la amo.