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Mostrando entradas de enero, 2016

El velero

En un velero pequeño y hecho en poco tiempo, hemos escapado tú y yo de islas en ruinas. Hoy vamos juntos viajando en este bote, construido con pedazos de nuestros rotos corazones. El viento con aires de confianza mueve la vela, no sé muy bien en qué dirección, pero ella me agarra la mano izquierda y me dice que vamos aferrados al velero los dos. Hemos recordado de camino que no sabemos nadar, y que la tierra de las islas en ruinas que dejamos ha desaparecido en el horizonte, ya somos tú y yo solos, adheridos a la madera del velero. Vamos, hoy, esta noche, iluminados solo con la luz de la luna cumpliendo cada noche nuestro sueño de ver estrellas. El pájaro del tiempo llegará en su momento y nos señalará tierra nueva, y ahí, en esa isla nueva que encontremos, tomará puerto este barco se armarán nuestros corazones y serán cielo nuevo, sol nuevo y vida nueva.

“La musa de este poema”

Los azares a veces dejan de ser azares, y se aparecen como alados seres venidos de inesperadas conversaciones, y cielos fríos despejados de después de Navidad. Así conocí a la musa de este poema… La musa de este poema no tiene comparación, soy árbol y ella me ama aunque se me caigan las hojas, porque sabe que aún sin hojas, mi tronco es fuerte, mi madera interna sigue estando intacta. La musa de este poema rema conmigo en este barco, no importa que a veces dudemos ella y yo del destino, ella sabe que si vamos juntos, llegaremos juntos. La musa de este poema dice que soy un sol, y si esa musa llora un día, yo iluminaré sus lágrimas y las haré brillar como el rocío en un arcoíris. La musa de este poema es un ángel y yo seré de hoy en adelante sus alas.