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“Noche de febrero”

Se enfría el café y mengua la luna al ritmo de una noche de febrero, se debilitan los vientos y taciturnos se tornan los versos. Y piensa: Amor y odio son polos de una misma cosa, como frío y calor son polos de la temperatura, ahora quiere sentirse impune de lo que fue su delito: amar un día y ser extraños el otro… Hoy, aquel adulto con ráfagas de adolescente tiene veintiséis, robó una noche de lluvia el amor intenso de una mujer, lo mantuvo como pétalos en rosa marchita mientras pudo, sin embargo el ruido de la vida la apartó de él, se ha quedado solo… Ella, menor que él, vivirá su vida y lo verá a él como alguien más, efímero y pasajero como visitante de un tren, comparado con lo que ha vivido, él solo fue una pizca de felicidad con quien compartió su vida la mitad más uno de un año. Trémulo sacude el viento una hoja de palma, como trémulo es el sorbo de café que derramó una gota en el papel, gota, que quedará como sello de aquella noche de febrero, ...

“Punto de inflexión”

Luna llena con halo circular, café que refleja mi rostro indeciso. Una mesa pequeña, una silla y una libreta, donde hace tiempo mi lápiz no tatuaba el papel. Cartas de naipe desordenadas, no sé si por mí o por extraños que jugaron con trampas y dejaron mi mesa desordenada. Muebles, sucios, un par de latas de cerveza y un tubo que gotea incesantemente. Incertidumbre, parada en seco de mis metas, unos versos en primera persona y un futuro por arreglar, Una casa bella y llena de brillo que han ensuciado los extraños. Una deuda con el banco de la justicia, que la vida y el tiempo solos se encargarán de pagar, una chimenea que arde aún, con una llama tímida pero que me dice que el fuego será intenso cuando las bocas de los extraños que se fueron sean calladas. La luz mortecina lunar es el reflejo de un sol que está vivo, y mientras haya un sol, habrá vida, y mientras haya vida habrá un poeta que se levantará ardiendo como la llama de la hoguera que esta noche arde ...

“Latitudes altas”

Entre días cortos y fríos raros y repentinos, entre paisajes extraños pero hermosos, entre miles de árboles caducifolios, piensa en ella, es como un extraño con recuerdos anclados. Entre edificios altos y montañas nevadas, calles amplias y cielos con nubes rasgadas, piensa en ella, como si cada vez que suspirara el nombre de ella saliera por su aliento que parece humo de cigarrillo con el frío de ciudad. La abundancia de luz le impide ver las estrellas, entre ráfagas de luces de aviones mira el cielo y piensa en ella, como si la tuviera de frente para abrazarla por detrás y terminar la noche juntos. Entre asfalto, concreto, edificios y un otoño inminente, ese extranjero con raíces de pueblo sabe que no puede dejar de pensar en ella, como la Tierra  no puede dejar de ser iluminada por el sol Entre latitudes altas y temperaturas frías, entre gente robotizada y sin tiempo para detalles, él piensa en ella, por el simple hecho de ser ella, porque aunque está ...

Sol

Ella esperaba que él le preguntara por el tamaño de su busto, o el tamaño de su cintura, él solo quería saber la talla de su corazón. Ella esperaba que le él le dijese que la deseaba, que el amor de él estaba limitado al deseo, él solo quería llegar a su alma. Ella no esperaba detalles, ni lujos ni poemas ni rosas, él le demostró que era un hombre en peligro de extinción. Ella esperaba conocer uno más del montón, él le demostró que no era una estrella más del firmamento, él quería ser para ella el mismísimo sol.

“Atardecer”

Los últimos rayos del sol tiñen el paisaje, muere el día trece, que pasó sin pena ni gloria. El Este comienza a mostrar puntos como estrellas y la última ceja del sol se ocultó. Ha pensado en ella todo el día, paralelo al trabajo, a lo que hace por rutina, florece y se marchita ella, ¿De verdad la amará?... Es la duda en el adiós del sol. Ha pensado en cuándo la quiere, en lo que siente, en si las campanas del querer suenan o solo quedan ecos, ¿Se ve teniendo hijos con ella? Un escaño con campo para dos comienza a pedir abrigo, compañía y amor… ¿Quiere él pasar el frío otra vez solo? Hay una duda en el rincón donde ella olvidó un par de libros…

Halo ocular

Los miré, parejos, con una lucidez tan joven como ella, eran dos, grandes, abiertos y prestos a escuchar como espejos que nunca se empañan: sus ojos… Reflejaban tanta luz como la que refleja la luna, rebotaba mi rostro en ellos como luz sobre Venus, y reflejan como un oasis el sitio más profundo de su alma. Son claros en tardes de sol y cafés de noche y madrugada, tienen un halo verdoso que circula una laguna de miel. ¡Juro que he visto el firmamento en sus ojos de cristal! Los he visto llorar quizá una o dos veces, los he visto reír, amar, sentir y besar, los he visto decir cosas que la boca no puede, esos son los ojos de ella, esos que sé que serán los mismos por siempre.

“Noche sabatina”

Casi llena la luna de la noche sabatina, cristales de hielo de nubes altas, brisa tan trémula como imperceptible, soy un sol nocturno que la calienta a ella… Casi perfecto el amor que nos embarga, madera mojada por el rocío en los techos, luna de luz mortecina en las montañas, soy un par de labios que la besan a ella… Casi canción es este poema cálido, metal frío que se calienta y funde en un abrazo, cielo firmado por la marca de cada estrella, soy un par de ojos que la miran a ella… Casi inefable el mar de sentimientos de mi alma, tierra nueva que conquisté en una isla virgen, techitos llenos de luz blanquecina lunar, soy un corazón que la ama a ella…