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Mostrando entradas de junio, 2015

Se busca

Se busca mujer con alma de niña, libre, amante de la lectura y la poesía. Se busca mujer anticuada y enamorada. Se busca mujer que tenga un poco de loca, con quien se pueda conversar profundamente y a la vez bromear como niños. Se busca mujer que desafíe estereotipos y prejuicios, que viva por sí misma y quiera compartir su éxito. Se busca mujer que sepa lo que es haber luchado en la vida. Se busca la pieza que encaje en mi extraño rompecabezas, se busca alguien tan o más complejo de lo que soy yo, se busca alguien extraño, se busca la mujer de mi vida.

Los Vendedores

En las polvorientas calles de la vida, suelen existir a la orilla del camino buenos y malos vendedores; En la calle del deseo se vende barato y vacío el amor. En la calle de los engaños mueren engañados los vendedores. En la calle de las decepciones se alquilan consuelos. En la calle de la sabiduría se venden semillas  de conocimiento. Y en la calle del miedo no se vende superación. En la calle de las letras se venden poemas. En la calle amistad se regalan amigos, unos vienen podridos por dentro, otros son lo mejor de tu vida. En la calle apariencias se venden artilugios, ropas, pelucas de lujo y se regalan disfraces sociales. Y en la calle prejuicios no hay vendedores por su mala fama. En la calle mentiras los vendedores se mienten a sí mismos. En la calle desamores se venden pastillas contra el sueño. En la calle retroceso se venden sueños inalcanzables. Y en la calle de las ilusiones existe una fuente que solo admite monedas de mentiras. En las confusas call

Pasado

Hay ceniza en los cráteres del volcán que fuimos, volcán que hoy reposa dormido. Hay polvorientas calles en los que hoy son desiertos, desiertos en los que ayer fuimos exuberantes selvas. Aún se yerguen edificios en las ruinas de aquella ciudad, ciudad en la que nos sentimos tan felices tantas noches. Hoy sale un hilito de agua en aquella naciente, naciente en la que fuimos un río de deseos y pasiones. Quedan solo unos cuantos ladrillos del castillo que construimos, castillo en el que tú, cual  Rapunzel, extendiste tu trenza y me atrapaste. Quedan los números y las agujas del reloj, reloj que hoy solo moviéndolo hacia atrás hace que aumente el amor. Hoy, esta noche, queda aquello que como una enredadera cuesta cortar, queda aquello a lo que solo puedo darle la espalda, y aunque seguirá detrás de mí para siempre, hoy le suelo llamar, pasado.